martes, 1 de septiembre de 2009

Voy Pa'l Barón


Desde arriba, la luz indicó que todo estaba listo. Cerró las puertas con doble llave, como cada noche. Subió a la cabina y se sentó. Los engranajes comenzaron su trabajo: girar, rodar, encajar, el mismo que realizaban desde su construcción.

El aparato se levantó y comenzó a ascender por el carril; desde arriba, su gemelo hacía el mismo recorrido cuesta abajo. La visión del muelle, de la avenida España y de la Casa Central de la Católica. Las estrellas estaban en lo alto mientras el viejo pasaba su revista cotidiana de la noche porteña.



Muchas cosas han cambiado desde que comenzó su vida en esa despintada caseta de madera, abriendo la puerta a los turistas y transeúntes que usaban el teleférico. El vagón se detuvo, la luz se apagó, cruzó la rodela que marcaba la cantidad de clientes. Al salir, caminó sin mirar mientras su ascensor se dormía, para siempre.


[Este mini cuento lo mande al concurso Cuéntame Valpo, pero no quedé dentro de los finalistas]

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